JOSÉ CÓZAR VALENCIA

"PEPE EL CONSUMISTA"

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15 marzo, 2013

– Su maestro le regaló un Catón.

En el frente le escribían las cartas para su madre.

Con catorce años (1934) yo estaba guardando animales en Las Cabrerizas, y de noche veníamos hasta el pueblo, que estaba a dos kilómetros, donde nos daba clases un maestro nacional llamado don Juan, que le decíamos Cara Ancha. Doña Pilar era su mujer.

Los dos daban clases en una escuelita a los niños chicos de día, y a los mayores de noche.

Cuando el padre no podía, nos daba clase un hijo de ellos, José María.

Juan me regaló a mí el librito de El Catón, para que yo me aplicara. Y me sirvió después, porque yo me lo llevaba cuando iba a guardar las cabras y aprendía.

Pero duró un mes la escuela que recibí. No pude estudiar más, porque me tuve que venir al campo a escardar, segar trigo y esas cositas.

Yo estaba en el cortijo de los Perea en Las Cumbres, guardando ovejas, con trece años. Allí conocí a Sebastián Muñoz, que vivía en Las Canchorreras y venía dando clases por los cortijos: Las Cumbres (donde daba clases a la hija de Miguel Perea), El Alamillo, Las Canchorreras… Cuando se acercaba a una casa, tocaba una corneta.

Miguel Perea decía que Muñoz era mejor que Sanabria, otro maestro que enseñó en la zona.

Mi hermano Cristóbal y yo fuimos a la guerra. Él era de la quinta del 27 (había nacido hacia 1907) y yo tenía 18 añitos.

Yo estuve 16 meses sirviendo. ¿Qué le vamos a hacer?

He pasado mucho…

Yo no tenía que haber ido al frente siquiera, porque soy del cuarto trimestre y me llevaron equivocado en el tercero. Era tan joven que ni me afeitaba todavía.

En la guerra yo no sabía escribirle una carta a mi madre, porque no había llegado a aprender. Un vecino llamado Curro Tapia me escribió a mí las cartas.

Allí en el frente no enseñaban nada, nada más que a estar bajo tierra.

Era el octavo Batallón de Cádiz, Cuarta Compañía, 21 división. Y no podía decirles que estábamos en Castuera.

Si lo ponía en el sobre me lo quemaban, así que yo lo decía a mi madre en la carta: “Mira, he visto a un primo nuestro por Castuera…”. Así ella ya sabía.

Nació en 1920. Eran ocho hermanos. Se crió en una huerta de Salaviciosa que su padre compartía con tres hermanos.

Desde los ocho años ayudaba a su padre a hacer carbón y en las tareas de arado, siembra y recolección.

Con 8 años empezó a guardar cochinos con su tío y con 14 se fue a trabajar a otras fincas.

De 1941 a 1960 trabajó como consumista, y después como municipal en Tarifa, a donde se trasladó.


Testimonio recogido en 2013 en la Revista Mellaria